Me parece que con la reciente ley aprobada sobre el régimen especial para jóvenes, es una oportunidad para ahondar en el diálogo y debate en la agenda pública sobre el empleo en el país.

La realidad tal como está debe ser transformada, reformada, cambiada o modificada (según la ideología que nos identifiquemos). Es decir, no podemos utilizar el argumento: “la vida es así, no la inventado yo”; y bajo esa lógica se actúa; más bien todo lo contrario, precisamente la política pública busca resolver una problemática para revertir una situación. 

Toda acción del estado debe buscar cambios concretos y centrados en el ciudadano, en la personas y en sus derechos. Y ello no es exclusivo de una tendencia ideológica, debemos superar la dicotomía y la discusión que quienes están a favor son de la “derecha” y quienes están en contra son de “izquierda”. Para ello los argumentos y los códigos que se utilicen deben ser radicalmente contrarios a los que se vienen dando.

El tema está en agenda pública, y es importante que no sólo el debate debe quedarse en el ámbito de los expertos, analistas, economistas, empresarios, sino también movilice y recoja deliberación desde los mismos actores, ya que este no sólo es un tema de jóvenes, sino de ciudadanía.

Finalmente, una vez más podemos ver la pobreza del debate desde los partidos o los líderes políticos –léase candidatos presidenciales- u otros políticos, con su oportunismo y poca seriedad sobre la ley.

Por ello, las nuevas generaciones deben posicionarse de un discurso consistente y aprovechar para tener estos espacios de deliberación- acción, se traduzcan en propuestas de políticas públicas y sean corriente de opinión no sólo en este tema puntual, sino de otros como educación, salud, vivienda, medio ambiente, corru pción, descentralización, género, participación, entre otras.