La Ley N°30222- Ley universitaria  se promulgó en julio del 2014 con el objeto del aseguramiento de la calidad de la educación superior universitaria; ello tuvo dos efectos inmediatos, las cuales fueron bien señalados por Jorge Mori : una: “se ha roto el blindaje de los rectores cuestionados” y; dos, ahora el Estado debe asumir su responsabilidad frente a la calidad de todo el sistema, y especialmente en las universidades que son financiadas con fondos públicos”.

Frente a ello hubo respuestas para cuestionar la ley, pero como bien señaló Mori, se pasó de un “escenario de parálisis a uno de disputa”. Y a partir de ello se ha dado avances significativos tal como lo señala Ricardo Cuenca : “A poco más de un año de su promulgación, la ley universitaria logra consolidarse entre las universidades. El 87% de las universidades públicas tienen aprobados estatutos, adecuados a la nueva ley, y el 9% está en proceso de aprobarlos.”

Esta disputa aún continúa y no cabe duda que las reformas institucionales implican coaliciones no sólo para impulsarlas y promoverlas, sino también para defenderla; pero sobre todo para implementarlas, ya que no sólo depende de argumentos técnicos y políticos, sino también de condiciones subjetivas para entender a los sujetos, sus escenarios y sus intereses para garantizar los cambios propuestos.

Sin embargo, ante instituciones débiles, liderazgos políticos corruptos y donde prima claramente los intereses económicos, estas condiciones señaladas tienen que maximizarse y potenciarse para enfrentarlas y poder llevar a cabo las reformas. Por ello, es central e importante el rol de la opinión pública en general, y de los estudiantes- en particular, ya que son quienes ponen en práctica este cambio y de alguna manera vienen dando respuestas para que la reforma no se detenga.

Lo que se viene será duro, la fenecida Ley Cotillo y las propuestas similares de las bancadas fujimoristas, la salida, mejor dicho lo sacaron- como presidente de la comisión de Educación del congreso a Daniel Mora y la oposición frontal de quienes puntean las encuestas, son alertas para quienes sí apuestan por la reforma universitaria, pero sobre todo para quienes consideran que los ciudadanos deban obtener una mejor calidad en la educación superior universitaria.