El año pasado el sector educación tuvo hechos que marcaron un camino poco alentador. En apenas 15 meses, el gobierno ya había designado a tres ministros: Saavedra, Martens y Vexler, lo cual significó en la práctica retrocesos o cambios de actividades en la gestión. A su vez, la huelga magisterial tuvo implicancias no sólo en las intervenciones educativas, sino también tuvo repercusiones sociales y políticas.

Estos hechos colocaron en la agenda educativa dos temas: La Reforma Magisterial y la Reforma Universitaria. Dichos temas fueron colocados en la “discusión” sin relacionarse una con la otra y fueron abordados desde una perspectiva de polarización, con argumentos basados en lo procedimental y no en lo sustancial, sobre todo que obviaron el aspecto central: los aprendizajes de los estudiantes.

Este año, se vuelve a colocar ambos temas y al parecer bajo la misma dinámica, desde el lado de los docentes sólo en lo reivindicativo salarial y desde la educación superior sólo desde un órgano como la Superintendencia de Educación Superior Universitaria- SUNEDU, cuando podría ser la oportunidad de abordar la discusión de manera más integral y revisar la vigencia del sistema educativo.

Actualmente el sistema educativo peruano, según la Ley General de Educación- LGE (Ley N° 28044), por un lado, su estructura está organizada en etapas, niveles, modalidades, ciclos y programas, y, por otro lado, la gestión del sistema educativo cuenta con instancias de gestión descentralizada: Minedu, Direcciones Regionales de Educación, Unidades de Gestión Educativa Local y las Instituciones Educativas.

Habría que analizar si esta forma de organización en su funcionamiento viene cumpliendo con su finalidad. La evidencia nos indica que el actual sistema educativo viene reproduciendo desigualdades sociales. Por ello, el sistema educativo debe considerar realizar cambios, adecuarse a las necesidades y exigencias de la diversidad del país y, garantizar el derecho a la educación.

A partir de estos cambios del sistema educativo, se deben discutir las reformas educativas y, no sólo la Reforma Magisterial y la Reforma Universitaria, sino también, otras que son necesarias: los modelos pedagógicos, la organización curricular y la gestión de la provisión del servicio educativo en cada territorio del país.

La apuesta debe ser transitar hacia un sistema educativo que garantice el derecho a la educación y que busque cerrar las brechas de inequidad, asegure la trayectoria de los estudiantes (acceso y culminación), se cuente con la inversión para la puesta en marcha de las políticas educativas, se adecúen servicios según necesidades específicas y, se logre una mejora generalizada en los resultados de aprendizaje.

Por ello la discusión debe darse desde esta perspectiva más integral para proponer cambios del sistema educativo y colocar en la agenda educativa la oportunidad de propiciar un debate nacional.

Aquí un documento recomendable para revisar y conocer otras experiencias que apostaron por cambios sustanciales para la mejora de la educación. Vea el documento cómo continúan mejorando los sistemas educativos de mayor progreso en el mundo (Informe McKinsey), puede verlo aquí

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